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sábado, 17 de enero de 2015

De vuelta de Reggio Emilia



Regresar de un encuentro en Reggio Emilia, es volver  renovada, inquieta, sorprendida, cargada de nuevas ideas y sueños compartidos con las participantes  de América Latina y a compartir en Chile.
Quienes estuvimos durante una semana  compartiendo valores, ideas, proyectos, experiencias, conocimientos, sentimientos, emociones el pasado mayo 2014, nuevamente fuimos sorprendidas, vivimos la experiencia de lo insólito, del  asombro, del cambio, de la renovación, de la reflexión, de la investigación.

Estar en el centro Loris Malaguzzi y visitar las escuelas y nidos, es encontrarse con la cultura y potencialidades de los niños y niñas de Reggio Emilia y que nos remiten a los niños y niñas de nuestra América Latina; potencialidades que se amplían y expresan en los ambientes que visitamos,  haciéndonos ver su riqueza,  variedad, creatividad, posibilitadas por un colectivo de maestras, pedagogistas, atelieristas y familias comprometidos en hacer visibles a los niños y niñas con sus cien lenguajes.  

Una semana intensa que después de unas cuantas horas de viaje, empezó con la visita guiada por el centro de la ciudad, recorriendo lugares que habitualmente son para los niños y niñas  laboratorios de aprendizaje; estar con sus ciudadanos de distintas edades, nacionalidades y procedencias, ver cómo conversan,  disfrutan del tiempo,  del estar juntos, de su parques y plazas, de sus fuentes de agua refrescante, edificios, pasajes, tiendas, cafés, calles y callejuelas que nos llevan al Medioevo, que conviven y sorprenden con la música, la fotografía y la estética de sus tiendas y mercados, donde conviven  bicicletas y vehículos respetuosos del ciudadano, haciéndonos ver la estrecha relación que existe entre las escuelas y su ciudad.

El lunes cerca de doscientas latinoamericanas nos encontramos en el auditorio del Centro Internacional Loris Malaguzzi y reconocíamos con alegría amigas de viaje y aventura provenientes de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, España, México, Paraguay, Perú y Uruguay.

Los saludos de bienvenida de Emanuela Vercalli y Paola Ricco nos señalaban que iniciábamos una semana de intercambio inquietante, lleno sorpresas, exigente, sin imaginar que a veces podía ser extenuante. La pedagogista Deanna Margini, nos introdujo y amplió el marco que conocíamos sobre el proyecto educativo reggiano y sus servicios educativos, deteniéndose especialmente en la importancia del ambiente; Madalena Tedeschi por su parte nos mostró a través de experiencias documentadas  de niños y niñas asistentes a  las escuelas y nidos, los hallazgos de una investigación  sobre cómo los niños y niñas estructuran su imagen social desde antes de nacer.
Para prepararnos a nuestra primera visita a un nido, la atelierista formadora Mirella Ruozzi, nos dio su mirada de cómo el ambiente entra en diálogo con el proceso educativo.
 
Al llegar al nido Maramotti construido y donado al Municipio por una empresa privada y gestionado como cooperativa por un grupo de educadoras, su directora nos invitó a sumergirnos en  sus espacios, observar a los niños y niñas, descubrir los ambientes de sus salas, de sus patios, de sus pasillos, de los ateliers, las diversas opciones de experiencias y materiales que están ofreciendo a los niños y niñas, los esquemas organizativos y documentales (o planificaciones y registros) de las maestras y a disfrutar de preparaciones reggianas especialmente hechas para nosotros por las cocineras del centro. La visita cerró con una extensa e interesante conversación con su directora y una maestra, quienes nos respondieron inquietudes y mostraron parte de la historia del nido.

Al día siguiente en  el Centro Internacional Loris Malaguzzi, la pedagogista Tizziana Filippini nos expuso en profundidad el tema siempre demandado e interesante, sobre la documentación y la proyección y cómo con la óptica socioconstructivista se nutren de la escucha y la colegialidad. Es asi como nos compartieron documentación de las etapas de “lanzamiento” y “relanzamiento” de los  proyectos Figura humana, el Cambio y el Muro secreto, en los que los niños integraron los lenguajes de la greda, el dibujo, la gráfica, la fotografía y el digital, entre otros.

Por la tarde, Carla Rinaldi nos instó a seguir escuchando y trabajando por la infancia de nuestros países, para hacerla cada vez más visible y sea considerada en nuestras sociedades  como un bien común. Finalizando la tarde, las pedagogistas Deanna Margini y Cristina Lori, nos expusieron el desarrollo del proyecto Reggionarra 2013 y cómo participaron los niños y niñas de la escuela Andersen.

El miércoles por la mañana visitamos una escuela, en mi caso la Ernesto Balducci, donde tuve la oportunidad de re-recorrer y re-conocer sus espacios y observar la extraordinaria investigación que realizaba un grupo de niños  de la sección de 4 años, con el atelierista músico Filipo Chieli, en torno al  proyecto “Resonancia”. 

Y asi fue como el jueves, nos introdujimos con Deanna Margini y Mirella Ruozzi en la cultura del atelier, su marco cultural, filosófico y personal, estrategia educativa que da una identidad única a las escuelas y nidos de Reggio Emilia. Por la tarde tuvimos la fantástica posibilidad de compartir con diversos atelieristas, que en pequeños grupos  nos expusieron sus experiencias, documentaciones, respondiendo cada una de nuestras inquietudes sobre los proyectos: Ciudadanos, Rayo de luz, Paisajes digitales, Organismos vivos, Mosaico de gráficas palabras y materias y, los Secretos del papel.

El viernes después de una intensa semana,  conocimos la nueva estrategia que el municipio  está implementando para la educación más allá de los seis años, basada en tres principales derechos: el derecho a aprender, el derecho al bienestar y el derecho a la participación. Ya terminando la tarde, Filippo Chieli nos conmovió y maravilló con el relato y documentación del proyecto de composición musical “La plaza que resuena dibujada”, realizado por  niños y niñas de la sección de cinco años de la  escuela E. Balducci, que nos mostraron su sensibilidad por la música y los sentidos y significados que le otorgaron a los sonidos de la plaza de su ciudad.

Para cerrar este profundo, intenso y hermoso intercambio de aprendizaje, disfrutamos una rica hora del té en el jardín  de la escuela Bruno Munari, donde compartimos espacios y documentaciones de los niños y niñas, la alegría y entusiasmo de su atelierista, pedagogista, maestras y cocineras; y, darnos los últimos abrazos con compañeras y amigas de viaje que conocimos en los desayunos, recesos, almuerzos, paseos y caminatas y, con quienes  establecimos lazos de afectos que nos acompañaran para siempre. 

Mercedes Herrera R. Mayo 2014.